jueves, 30 de junio de 2011

El poder en manos del activismo ciudadano


Los iraníes utilizaron los sitios de las redes sociales para informar sobre la represión de las protestas callejeras.

Aunque hay quienes piensan que es incorrecto utilizar el término "periodismo ciudadano", el fenómeno está transformando la relación entre los medios y sus audiencias, además de causar un rotundo cambio al interior de la industria comunicacional: la existencia de herramientas tecnológicas accesibles, hace que cada vez más personas tengan la capacidad de colgar en la red informaciones, dándole un vuelco a los paradigmas tradicionales del periodismo. Ahora, el 6to poder, es el de la gente.

El periodismo cambió. O mejor, está en proceso de vertiginosa transformación. Ello, desde que la tecnología puso en manos de los ciudadanos herramientas para informar e informarse, sin depender de los grandes medios de comunicación social.

El paradigma de la comunicación, en el que un modelo vertical de comunicar (emisor - mensaje - audiencia) otorgaba todo el poder a los medios, cambió a uno de mayor horizontalidad, por lo que hoy deben incluirse términos como bidireccionalidad, interacción y retroalimentación en la dinámica de la comunicación.

Sin embargo, para Oscar Espiritusanto, periodista español fundador de Periodismociudadano.com, no existe rivalidad entre los llamados periodistas ciudadanos y los formales. "Pienso, utilizando un término del famoso cocinero español Ferrán Adriá, que hay que "deconstruir" la profesión periodística, y empezar a ver qué funciones tienen que hacer los medios de comunicación social, y cómo se debe establecer un verdadero diálogo con las audiencias".

Y es que no sólo cambió la dinámica, sino el resultado: de escasez de información y dependencia de las grandes agencias, hoy hay una inundación de noticias. "Este exceso hace que hoy los periodistas tengamos que hacer de filtro" explica Espiritusanto, tras comentar que la jerarquización tradicional de la noticia, no es infalible. "Sabemos por estadísticas que mucha gente no entra por la portada sino por la puerta trasera. Y hoy, lo que el periodista jerarquiza es ignorado por la gente, como se puede ver en portales como menéame (www.meneame.net), donde los usuarios jerarquizan con sus criterios. Así, esa multitud inteligente decide qué es lo importante".
Sin embargo, aunque pareciera que el periodista pierde protagonismo para ganarla el ciudadano, para el experto en el tema es el mejor momento de la profesión. "Son tiempos de recoger información, ponerla en contexto y crear formas de comunicación con la gente".

No es periodismo

Luis Carlos Díaz, periodista, coordinador de redes sociales del Centro Gumilla y bloguero, no cree que el periodismo ciudadano, tal como se conoce, sea realmente periodismo. Fernando Nuñez Noda, director de Infociudadano.com comparte su criterio. Y es que los ciudadanos no utilizan la técnica periodística al elaborar sus notas: no corroboran, mezclan la información con opinión o les faltan datos.

"Ya en los años 90 se presentó el debate de que las agendas de los periodistas volvieran a enfocarse en las necesidades ciudadanas. Ahora, el proceso de adopción de nuevas tecnologías, le da la facilidad a la gente de colgar y producir contenidos en la red" explica Díaz, quien dice que el fenómeno ocurre a nivel masivo en todo el mundo, afirma que prefiere llamarlo "infociudadanía" (que es la posibilidad de informar e informarse, así como de consumir de manera gratuita y en abundancia, información). "Es más bien una situación que permite que las personas se aglutinen, se organicen y accionen. Pero por más interesante que sea, no es periodismo. La gente coloca insumos a los que un periodista puede darles orden y construir con ello un articulo".

El fin de la primicia

El cambio para la profesión es obvio. "Ya no se puede hablar de tubazos. La inmediatez está en manos de la gente. La función del periodista es poner orden en este desconcierto" dice Díaz, y Nuñez Noda aclara que los ciudadanos reaccionan, sobre todo, en grandes eventos noticiosos, "en esos momentos son tremendamente útiles sus aportes, pues están en todas partes", dice.

El reto, coinciden en todos los foros sobre el tema, es cómo dialogar con estas audiencias, ahora autónomas y con conciencia de su poder, para que medios y usuarios, puedan favorecerse con información de calidad.

Para Espiritusanto hay que dar la mayor libertad posible, tal como hace CNN en su portal, permitiendo -al estilo de Youtube- que la gente cuelgue el contenido que desee, sin censura previa. Díaz afirma que muchos medios matan la espontaneidad ciudadana al apropiarse de los contenidos que se envían. "La llegada de herramientas como Twitter le permite a la gente tener voz propia y construir su propia reputación". Sin embargo, sigue prevaleciendo el precepto de confirmar antes de publicar.

En Venezuela no es tan pujante el periodismo ciudadano, y según el análisis de Díaz, la explicación se encuentra en que la coyuntura política obliga a que lo local pierda valor. "Todo lo que nos afecta a los venezolanos está signado por los centros de poder. No importa si estas en Charallave o en Petare. La gente termina siendo parte del debate nacional de la polarización por lo que pierde fuerza lo local".

Por: ALIANA GONZÁLEZ

Fuente: El Universal

martes, 7 de junio de 2011

Cuba: Dictadura vs Internet



Una de las más rampantes carencias que afecta a la Cuba de hoy es la de una verdadera prensa. Sujeta durante decenios a respaldar sin cuestionamientos el poder del régimen, entrenada en la tergiversación de los acontecimientos y subordinada incondicionalmente a la ideología “Castro”, el periodismo oficial en la Isla ha devenido una de las profesiones más desprestigiadas del país. Como resultado de tanto servilismo insustancial, sumado a la absoluta propiedad gubernamental sobre todos los medios de difusión masiva, que elimina el debate de opiniones y la contrastación de informaciones­, a la vez que suprime o limita al mínimo el acceso a fuentes alternativas de información, el periodismo de la Isla perdió el brillo y la salud que llegó a ostentar en los años de la República, cuando decenas de publicaciones periódicas daban fe del amplio espectro de tendencias, opiniones y pensamiento activo de toda la sociedad.

No caben dudas de que los regímenes totalitarios dependen justamente de esos controles. Nada tan lesivo a los gobiernos dictatoriales como el libre flujo de la información y de los análisis críticos de opinión de diversos sectores sociales. La libertad de prensa es, con mucho, el principal enemigo de los censores del pensamiento.

Los tiempos actuales, sin embargo, se la están poniendo difícil a las dictaduras; las nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones constituyen un reto superior para las obsolescencias políticas, por lo que el régimen cubano se apresta a presentar batalla en el monopolio de la información. Ya la experiencia ha demostrado que encarcelar periodistas independientes resulta no solo inocuo para sus fines de censura, sino que –además– trae consigo un costo político elevadísimo, sobre todo para un gobierno cuyo capital moral hace años se encuentra en números rojos. Así pues, al poder omnímodo le resulta imprescindible afinar las estrategias de control en el uso de esas tecnologías (la brecha por la que se filtran cada vez mayores espacios de opinión y debates), y crear una base jurídica que coarte más aún el uso de la Internet y cree nuevas figuras delictivas contra aquellos que “trasgredan” las normas oficiales.

Aunque el gobierno anunció que el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba centrará su atención en los temas meramente económicos, no sería de extrañar que entre los subproductos que se generen de la máxima reunión del partido gobernante surja alguna legislación que prohíba el uso “no oficial” o “no autorizado” de la Internet, con los correspondientes castigos ejemplarizantes para los periodistas independientes, blogueros y otros grupos cívicos, que han venido incrementándose en la Isla en los últimos años hasta tal punto que los propios medios oficiales han dedicado programas especiales para combatirlos. Tampoco habría que desdeñar la posibilidad de que las autoridades cubanas declaren legalmente “enemigos de Cuba” a todos aquellos que de alguna manera faciliten el acceso de ciudadanos cubanos a la red de redes. Todo es posible en un país donde, dictadura y libertades, son mutuos adversarios que agonizan juntos.

Miriam Celaya González

Fuente: The Americano