martes, 30 de noviembre de 2010

El arte de hacer política en Twitter


¿Por qué algunos políticos consiguen altos niveles de influencia en Twitter mientras que, al mismo tiempo, la mayoría no consigue penetrar en estas herramientas digitales? En este sentido, la pregunta más interesante sería conocer por qué muchos políticos argentinos están en Twitter y, aún así, no consiguen su objetivo de influir efectivamente.

La primera respuesta está en que la clave de Twitter consiste en generar conversaciones y, a través de ellas, generar un seguimiento y compromiso, que se traduce en un efecto multiplicador de los mensajes a través de los seguidores. Con el boom de los nuevos medios sociales muchos políticos entendieron que no estar presentes implicaba que no se hablase de ellos. De hecho, hasta comprendieron que no participar de esa conversación representaba una gran debilidad y una pérdida invaluable de oportunidades.

El pionero de este movimiento fue Barack Obama. Con su campaña a presidente de los Estados Unidos revolucionó las plataformas digitales aplicando una política tea-party para enfrentar a los republicanos. No obstante, esto no fue suficiente para lograr que todos los políticos entendieran la lógica de participar de los nuevos medios y, en especial, en Twitter. Es que no alcanza con “estar”, no se trata de una fórmula mágica donde estar es igual a capitalizar.

El primer objetivo que todo político debe plantearse en Twitter es la búsqueda de una influencia real. Aquí resulta clave la popularidad, los altos niveles de credibilidad y la capacidad de crear compromiso.

La popularidad se refiere a la cantidad de seguidores que un usuario atrae y que sostiene en el tiempo. Sin embargo, tener más seguidores no es sinónimo de ejercer un mayor grado de influencia. Queda entonces claro que el objetivo no debe estar enfocado en la cantidad, sino en generar interacción a partir de la información que se comparte.

Por otro lado, otro factor relevante radica en construir la certeza de que lo que se está publicando sea información útil y confiable. Ningún usuario va a influir a sus seguidores si la información que transmite no reúne las características mencionadas, y menos aún en el caso de los políticos. Por último, se debe prestar atención al engagement, es decir, la capacidad que el usuario tiene de generar entre sus seguidores un intercambio e interacción con la información que publica.

Performances dispares. Algunos políticos consiguieron excelentes resultados a través de Twitter. En Argentina, los principales funcionarios se han volcado masivamente al uso de esta herramienta para manifestar posiciones y difundir sus acciones diarias. Esteban Bullrich y Aníbal Fernández son dos buenos ejemplos: en los últimos tiempos han venido tejiendo muy interesantes conversaciones, influyendo día a día en sus seguidores y en los “seguidores de sus seguidores”.

El Ministro de Educación porteño es un ferviente impulsor de los medios sociales y ha recorrido un largo camino, mejorando su performance a fuerza de una demostrada capacidad autodidacta. Por su parte, el Jefe de Gabinete de Ministros ha surgido como una suerte de revelación del Twitter. Impulsado por un estilo confrontativo y por ser una fuente de información sensible, genera discusiones y debates permanentes.

El caso de Francisco De Narváez es particular, ya que se trata de uno de los primeros políticos argentinos en considerar seriamente el trabajo sobre la plataforma digital. Con un esquema profesional, consiguió un alto rédito a través de su influencia en las redes sociales. En la vereda de enfrente se encuentran algunos referentes que aún no comprenden la dinámica de Twitter y, aunque algunos han intentado involucrarse, todavía no consiguen encontrar el rol que les toca jugar. En esta tendencia, Eduardo Duhalde, Julio Cobos, Pino Solanas y Luis D’Elia no han conseguido transformarse en personajes de influencia en la red social.

Ser estratégico en lo que se comparte. Simplemente “estar” en Twitter no es suficiente y no sólo no es garantía de éxito, sino que puede ser muy riesgoso. En este sentido, es fundamental ser estratégico en la información que se comparte: con datos que aporten valor a los seguidores, la influencia es un efecto esperable. Sin embargo, publicar información relevante sólo para quien la genera produce decepción, desinterés y hasta rechazo por la falta de empatía.

Axel Flügel

Tomado de: América Economía

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